En mis sueños, yo volaba,
tenía hoy sueños viajeros
sin miedos y sin cansancios,
elevando siempre el vuelo,
sobrevolando montañas
buscando tocar el cielo.
Mas cuando casi lo alcanzo...
De mi sueño me despierto.
Caminando despacito
por un florido sendero,
llego a una hermosa alameda,
dando agradable paseo.
Allí abunda la belleza
para solaz y recreo.
A una orilla fluye el río,
siempre antiguo, siempre nuevo.
Sus placenteros murmullos,
son cual sedante concierto,
musical como una orquesta
sin director ni instrumentos.
Luces y sombras se alternan,
sus aguas son como espejos
que nos devuelven bellezas
con deslumbrantes destellos.
La sabia naturaleza,
generosa dona esto.
Vuelvo la vista a otro lado,
siento gran placer por dentro,
hasta respiro poesía...
Hay campos de flores llenos,
gritando que es primavera,
dulce grito en el silencio.
Las humildes florecillas
que brotan a ras de suelo,
son inequívoca prueba,
ya quedó atrás el invierno.
Flores de alfombra a mis pies,
pisotearlas yo no quiero,
quiero que ofrezcan sus dones,
cual pedacitos de cielo.
Los pajaritos canoros,
entonan sus cantos bellos.
Una sinfonía salvaje,
inigualable concierto.
Como esto es un edén,
me olvido hasta de mis sueños.
Esta hermosura seduce,
todo es bucólico y bello.
Deseo gozar este entorno,
como antesala de cielo.
Mis sueños se han apagado,
lo soñado, en parte tengo.
Esta ingente maravilla,
describirla yo no puedo.
Mi pobre poema no llega
a transmitir lo que siento.
¿Será el paraíso perdido,
lo que en este entorno encuentro?...