Un mundo fraterno

   Paradojas de la vida
vemos en cada momento,
almas sabias, generosas,
metidas en burdo cuerpo
que no dejan subir alto,
impidiendo alzar el vuelo.

   Mientras estemos aquí
viviendo en este universo,
prisioneros de mil modos,
nunca dueños al completo,
alma y cuerpo van unidos, 
para lo malo y lo bueno.
El día que se separan,
ese día estaremos muertos.

   Por suerte, algunas veces
en dura pugna venciendo, 
notamos que el alma vuela,
hasta donde lleva un sueño.
Viven entonces los dos
un instante placentero,
disfrutando haber llegado
finalmente a un acuerdo.

   Dejemos que el alma vuele
buscando allí un mundo nuevo,
un mundo más generoso, 
más humano, más fraterno,
donde el tú y el yo se igualen, 
con  amor limpio y sincero.
El egoísmo es estéril, 
hace daño, nunca es bueno. 
Dará ratos de placeres,
nunca alegría al completo.

   Dejemos que juntos vuelen,
 unidos siempre alma y cuerpo. 
porque así fuimos creados,
para este mundo hoy nuestro. 
El día que se separen,
ese día estamos muertos.
 
  Cuando coinciden los dos
y viven un buen acuerdo,
podrán conseguir volar
hasta donde pide el sueño
y cumplir lo que desean,
vivir ansiados  anhelos.
Es necesario en la vida, 
tener unos sueños bellos
para poder conseguir
mejorar el universo,
con amor muy generoso... 
El amor es el secreto.
Amando conseguiremos
un mundo humano y fraterno.

Nuestro consuelo

   Soñaba, silente estaba...
Todo en derredor, silencio. 
Es un ambiente propicio
para soñar y alzar vuelo.
Me imaginaba volando,
alto, alto y tocar cielo,
alejándome de un mundo
que lleva en las venas, cieno.

   Voy viajando en el espacio, 
acunada por el viento,
con la fuerza del amor,
motivada por deseos
que aspiran a subir alto,
cual alcanza el pensamiento

   ¿Cómo voy a subir más 
si no puedo con mi cuerpo?...
Si no es bueno esto de abajo, 
lo de arriba es incierto.
¿Dónde está el cielo si existe?... 
Si existe ¿Dónde está el cielo?
¿Qué es el cielo en realidad?...
¿Es lo mejor de lo bueno, 
esencia de las esencias
que yo he soñado en mis sueños?...

    ¡Oh Señor, ven en mi auxilio,
en este debate interno, 
casi no se distinguir
lo que es verdad o es anhelo
lejano e incomprensible, 
para humanos pensamientos.
Dame Señor de tu luz,
ya sé que sola no puedo. 

   Como el gran S. Agustín, 
me gustaría entenderlo. 
Nos hiciste para tí,
pero en este pobre suelo,
no hallaremos lo deseado
porque eso está en el cielo.
Siento ansiedad, inquietud
y no duermo, me desvelo
porque no hallo la paz,
pues lo que busco no encuentro.
Donde dicen que se halla,
no está allí cuando me acerco.
Esquiva felicidad, 
no se si eres mito o cierto.
Cuando pienso que te alcanzo,
te esfumas en un momento
dejando aroma agridulce
grabada firme en recuerdos.

   A veces mi fantasía
me anima a buscar cielo, 
pero la vida me dice
que la fe me da el remedio. 
Cuando se esconde la fe
mi vida rueda al infierno. 
Recuerdo a S. Agustín,
es para mi gran consuelo. 
Cada día, comenzamos
un  escabroso  sendero.
Pocas veces habrá flores, 
mariposas y jilgueros,
pero seguimos la ruta
hacia ese destino incierto
y encontraremos la dicha 
que buscábamos en sueños. 

   Tampoco S. Agustín, 
pecador, con gran talento,
encontró felicidad
en los placeres terrenos.
Su madre lo acerca a Cristo,
deja  atrás su vano intento.
Nadie en este mundo puede
tenerlo todo completo. 
Santo y listo como era
nos deja este pensamiento: 
"Nos hiciste Señor para ti 
y el corazón está inquieto,
hasta que llegue a tí"...
 Ese es nuestro consuelo.