Va acabando el mes de mayo,
la primavera culmina
regalándonos las flores
a millones y exquisitas.
Bellezas indescriptibles,
variadas y muy bonitas.
Como es un mes muy hermoso,
la Iglesia se le dedica
a nuestra Madre del cielo,
la siempre Virgen María.
Ella es flor entre las flores,
y más que ninguna linda,
así la hizo el Buen Dios,
por ser mujer elegida
para ser Madre de Cristo
que a redimirnos venía.
En su cuerpo virginal,
Dios y hombre, Cristo, se unían.
Cristo que vino a salvarnos,
como madre la escogía.
Mujer de fe, fiel a Dios,
acepta cuando EL la invita
a ser madre sin varón,
no lo entiende, mas se fía
de la Voluntad del Creador
y se entrega a EL de por vida.
A Dios dio su sangre humana
la más grande maravilla
que ha ocurrido en este mundo....
¡Dios y Ella, protagonistas!.
Los cristianos valoramos
la consagración bendita
que ofreció al Salvador
y que ahora nos dedica.
Somos sus hijos amados
a quienes con amor cuida.
Nosotros, pobres en dones,
como falla nuestra vida,
al menos queremos darle,
estas flores escogidas,
recogidas con cariño,
son preciosas y muy limpias,
como queremos que sean,
nuestra alma, nuestra vida
y ofrecerla con las flores
a nuestra Madre, María.
Acepta esta pobre ofrenda,
sincera, aunque sencilla.
Con las flores nuestras almas,
Madre con tu amor, cobíjalas.