Hoy descanso y reflexiono
en la orilla de un riachuelo
que baja de alta montaña
gotas de agua repartiendo.
Fluye el agua cantarina
al despeñarse en el suelo
pedregoso y pendiente
que al arroyo ofrece lecho.
El agua acaricia piedras,
al son de hermoso concierto.
Serán notas, sin compás,
mas con sonido selecto.
No sabrán el pentagrama,
ni tocar los instrumentos
pero entonan melodías
con resultados muy bellos.
A la orilla del arroyo
contemplo el agua corriendo.
Como ella quiero avanzar,
como ella, corro que vuelo.
Vuelo libre y sin proyecto,
vuelo siguiendo a mis sueños.
Tal vez no llegue a alcanzarlos
pero al menos, yo lo intento.
Observo el agua saltando,
en ella encuentro el ejemplo.
Acaso no llegue al mar,
cumpliendo así su deseo,
pues quizás la necesitan
para unos huertos resecos
y ella siempre generosa...
Regará esos terrenos.
No vio su deseo cumplido,
mas vivió algo estupendo.
Esas plantas darán frutos,
los frutos son alimentos.
Su generoso destino,
sin duda es el más bello.
Tal vez mueran en la orilla,
mis ansias y mis anhelos.
Tal vez no llegue a volar,
volar a cumplir mis sueños.
Tal vez mis sueños hermosos,
sin cumplirse caerán muertos.
No todo se va perdido
puesto que en esos momentos,
siento como pasa el agua
bailando al son del concierto
y acariciando las piedras
que le ofrecen duro lecho.
Pasa limando asperezas,
mostrando agradecimiento.
Cantos rodados consigue,
poco a poco ha ido puliendo
la dureza de unas piedras
y suaves se van volviendo.
Mis deseos no he gozado,
pero ahora ya lo comprendo.
Hoy en su orilla he aprendido
de este arroyuelo el ejemplo.
Lo mejor... Nunca se sabe,
mas lo bueno, siempre es bueno.
No lamento lo perdido,
me retiro satisfecho,
no he volado a las alturas,
he hecho el bien a ras de suelo.
En mi mundo es necesario,
alguien pide mis desvelos
y quiero apresurarme,
como este agua fluyendo
que olvida sus ilusiones
y a ser útil va dispuesto.
Los sueños... nunca se sabe,
el bien hecho, queda hecho.