Las lágrimas de una
madre,
son más finas que las
perlas,
se producen con amor,
brotan de ternura llenas
por un dolor hecho herida
que allá muy dentro se infecta.
Como agua de mar
saladas,
recorren su faz serena,
silenciosas, sin gemido,
como ocultando su pena.
Esos hijos... ¡ay los hijos!
van por torcida vereda
y la madre sufre y llora,
reorientarlos bien, quisiera.
No hay amor como su
amor,
su amor es ternura, ofrenda.
Daría por su hijo la vida,
nada hay que ella no hiciera.
Esas lágrimas son joyas,
las más exquisitas perlas,
son una lluvia amorosa
que su corazón entrega.
¡Cuánto amor, cuanta
ternura!...
Nunca hay egoísmo en ella,
hasta las fortuitas lágrimas,
procura que sean secretas
para no ofender al hijo
aunque es su causa directa.
No hay amor como su amor,
con su vida nos lo muestra,
cuando llora a escondidas,
cuando en el silencio espera,
cuando sonrie y es
feliz,
cuando por las noches vela.
Ni horarios ni
circunstancias,
férrea voluntad doblegan.
Es una gracia especial
que con los hijos les llega.
No se cansa, no se rinde
hasta que está satisfecha
viendo feliz a su hijo
que es para su amor,respuesta.
Ella es modelo de amor,
cariño, ternura, entrega.
Lástima que algunos niños
en el mundo, no la tengan.