Sombras en la mente,
triste preludio de olvido,
mas con nitidez me llegan
del buen amor los suspiros.
No quiero que se me borren,
quiero que mueran conmigo.
Mi corazón aún muriendo,
te ofrece a ti sus latidos.
Cruel muerte es ya sin morir,
vivir muerto estando vivo,
dejar todos los recuerdos,
en laberintos perdidos.
Yo me aferro a la esperanza
y alcanzarlo al fin, confío.
Mi alma libre de ataduras,
volando hacia el paraíso,
recobrará lucidez
y los recuerdos queridos.
Atrás las limitaciones
que anularon mis sentidos,
mis quereres, mis vivencias
y lo que era mi yo íntimo.
Me dices que esto es quimera
que no puedo conseguirlo
que no hay alma que no hay cielo
que es un sueño que imagino.
Pena me da que en tristezas,
tu consuelo no sea el mío.
Cuando en el mundo hay problemas
y se apaga todo brillo,
aunque camine en tinieblas,
siempre, siempre, al cielo miro.
Si no encuentro luz solar
y todo se ha oscurecido,
busco tras de las estrellas
y hallo consuelo y alivio.
Insistes que es utopía
que es mi sueño repetido.
Con calma y mucho sosiego,
yo en mis creencias me afirmo.
Sin discutir, por la paz,
con todo mi amor te digo
que las tristezas y penas
a lo largo del camino,
se llevan mucho mejor
con el consuelo divino.
Si te parece falacia,
al menos ya he conseguido
bajo el manto de esperanza
que me presta su cobijo,
vivir con gran alegría
con la fe que yo he creído.
Si me crees en un error,
medita, piensa conmigo
que aunque muerda el dolor
preludio es de paraíso,
al menos ese consuelo,
en esta vida he sentido.
Aunque suspire de amor,
de esperanza es mi suspiro,
porque creo que después de esto,
Dios me acoge en paraíso.