Siempre, aún a ciegas buscamos,
la hermosa luz y sus brillos.
cada cual a su manera,
por uno u otro motivo.
Saber y clarividencia,
o paso firme y con tino.
Luz para ver todo claro,
como el mismo Dios lo hizo.
Fe, ciencia, sabiduría,
necesarias en camino.
En las tinieblas y dudas,
ilumina, es el signo
que aclara nuestro interior,
para llegar al destino.
Luz del sol, la incomparable,
tras la aurora ha venido,
todo es resplandeciente,
todo se ve más bonito,
todo se vuelve nostalgia,
tras haber oscurecido.
Su luz nos daba esplendor,
destellos y fulgor lindo,
por esto al atardecer,
estamos entristecidos.
Antes de venir al mundo,
cuando aún no habíamos nacido,
nuestra madre con amor,
dando a luz, nos ha parido.
Incalculables los dones
que con la luz han surgido,
fue lo primero en el mundo
porque el mismo Dios lo quiso.
Son muy pobres mis palabras,
para contar sus prodigios.
Como antónimos, las sombras,
que han escondido los brillos.
Unas veces las buscamos,
otras, llegan sin pedirlo.
Nada es igual, tampoco esto,
es totalmente distinto,
pues de unas sombras a otras,
en verdad hay un abismo.
Sombra al huir del calor,
es magnífico cobijo.
Esa sombra tan deseada,
bajo un árbol, con amigos
cuando quema el astro sol,
es un placer y es alivio.
Árbol cubierto de flores,
después, de frutos muy ricos
y sus hojitas bailando,
del suave viento al ritmo.
Sombra, al interponerse
un objeto en puntual sitio
que impide el paso de luz,
al otro lado distinto.
Sombra la que se hace a otros,
por llevarse oro y brillo.
Sombra oscureciendo mente,
dando paso al cruel olvido.
¡Cuanto dice una palabra,
en un contesto distinto!
Algunas cosas valiosas,
otras quitan los sentidos.
Entre luces y entre sombras,
andamos nuestro camino,
entre luces y entre sombras,
sea nuestro vivir bendito,
con luz que nos ilumine,
y sombra que de cobijo.