Cuando mis sueños se cansan
de volar y retornan a su nido buscando sosiego y paz, suspiro profundamente, me refugio en lo vivido y van
apareciendo vivencias que creía olvidadas. En este momento, me invade la
nostalgia y resurgen añoranzas.
¡Tiempo loco! Mi imaginación,
vuela en el futuro y mi memoria, regresa al pasado. Claro que el hoy, es el
futuro de ayer y el pasado de mañana. Así es como se notan los beneficios de
tener un sigiloso archivo que nos
acerque las remembranzas deseadas, volviendo a vivir aquellos momentos de
nuestra vida, tristes o alegres, pero ahora con calma, pues se han ido y
sabemos el final.
Sueños y recuerdos... Ambos son nuestro auxilio del presente.
Memoria e imaginación.
Dejo a mi imaginación que
vuele sobre esa alfombra de fantasía que ella ha diseñado, para volver al
pasado, a ese pasado que nunca nos abandona del todo, pues siempre quedan reminiscencias.
Nuestra memoria, selecciona las flores predilectas y las graba tan
profundamente que dejan olorosa huella.
Esa enigmática huella, son los recuerdos. Por esa huella, caminamos
a nuestro antojo, sin que nadie pueda adivinar nuestra secreta situación. Desde
aquí, vamos donde nuestros deseos nos pidan. Unas veces volaremos
conscientemente, otras, un sentimiento dormido, despierta nuestro interés y nos
arrastra hacia ese laberinto.
Las huellas de estas
reminiscencias son un regalo que nos obsequia nuestra memoria. Pero son
huellas, no podemos estacionarnos en ellas, sirven para orientarnos a
nuestro anhelado destino.
Es cierto que nos regalan momentos felices al acercarnos recuerdos que
añoramos, pero son el pasado. Pasado que guarda celosamente nuestra memoria
para ayudarnos en el presente y ser útiles mostrándonos el buen sendero hacia
el futuro.
¡Qué hermosos los recuerdos!
Son cual sutil sinfonía de música celestial, entonada por coros angélicos,
seráficos que escuchamos cada vez que evocamos alguna remembranza que deseamos
revivir o algún conocimiento que necesitamos recordar.
Es un magnífico regalo, esta bendita memoria que
nos acompaña incondicionalmente,
especialmente en momentos de soledad y si necesitamos algo o tenemos algún
problema. Es como una madrina de nuestros conocimientos, pues nos auxilia al
recordar algo que necesitamos. Siempre está ahí para nosotros, dándonos lo
mejor, igual que las flores que nos
regalan su aroma para hacernos más agradable la vida.
Ciertamente los recuerdos, son
las flores y frutos seleccionados, de este mágico archivo que es nuestra
memoria.