Aún me sigues
sorprendiendo,
mil veces miro y te
admiro
y siempre encuentro al mirarte,
algo nuevo, algo distinto.
algo que en ti es natural,
algo auténtico y genuino,
algo que en tu propia
entraña
es un regalo divino.
Liébana, un sueño
en mis sueños,
Liébana sin par paraíso,
Liébana, lugar tan hermoso
que hasta Dios quedarse quiso,
y es un trozo de su
cruz,
quien nos acerca a Cristo.
Su Cruz es una
reliquia
que por tortuosos caminos,
llegó hasta nuestra tierra,
buscando aquí su cobijo,
lejos de los sarracenos
que eran fieros enemigos.
Los cristianos lebaniegos
vivieron este prodigio,
con fe firme y la certeza
que era designio
divino .
Han pasado muchos
años,
transcurridos varios
siglos
y todo en ti sigue en pie,
tal como el Creador lo quiso.
No en vano en ti
encontramos
un terrenal paraíso.
Es tu serena
belleza
respaldada por los Picos,
remanso de paz y
calma,
de nuestros hastíos, alivio.
Cualquier entorno es hermoso,
cualquier rincón es bonito,
uniendo lo natural
con históricos
vestigios.
Quiero glosar tus
encantos
que me dejan sorprendido
cada vez que a ti me acerco
o si lejos no te olvido.
Modestamente te canto,
sencillamente te digo
que eres el cielo en la tierra
que eres sin par paraíso
que eres mi cuna y mi musa,
bellos recuerdos de niño,
bucólico amor de siempre,
dulce sueño, mi cariño.
Sólo esto puedo ofrecerte
en mi romance sencillo.
Cada vez que a ti
me acerco
me brindas algo distinto:
Las floridas primaveras
con bellos campos floridos;
los veranos generosos
que nos dan sus frutos ricos;
los espléndidos otoños
con variado colorido
y los inviernos
nevados
con sus soles y sus fríos.
Cada estación su belleza,
cada momento un suspiro,
cada instante alguna flor,
en cualquier tiempo,
bonito.
Siempre igual , más diferente,
somos fiables testigos.
Todo cambia y todo sigue,
paradojas y prodigios
van unidos a tu ser,
a las pruebas me remito.
Sólo quien te ama y
conoce,
vendrá a cantarte conmigo,
pues soy humilde juglar
prendado de un paraíso
del que sólo se decir
que eres del edén, vestigio.