Preciosa niña, parece,
andando un trozo de cielo.
Vestido níveo, impoluto,
sonreír espontáneo y tierno;
pícara e ingenua mirada,
suelto y brillante el cabello;
ademanes elegantes,
con toques nuevos,muy frescos.
Algo más irradia ella,
algo personal, es cierto.
No es extraño que enamore
y nos produzca embeleso.
Habrá niñas más hermosas
y con más lindos atuendos,
con melenas exquisitas,
ojos hermosos serenos,
dulce y sincera sonrisa,
mas no se nota el reflejo
de algo que en verdad cautiva
algo que sale de dentro
más valioso que el vestido,
más que esos ojitos bellos,
más que su hermosa melena,
más que ese su cuerpo esbelto.
Es su interior quien fascina,
como el interior no vemos,
va en su rostro reflejado,
lo va gritando su cuerpo.
Es cual aroma en las flores,
invisible, pero cierto.
El perfume que ella exhala,
motivo es de embeleso.
Todo en ella nos cautiva,
porque todo en ella es bello.
Su candor es evidente,
no hace falta ningún sello.
Irradia amor y ternura,
simpatía, dulzura, afecto.
Es amoroso regalo,
nos agrada ese obsequio.
Se ilumina todo en ella,
fascina su ser tan tierno.
Por esto en verdad parece,
un pedacito de cielo.