Día a día, inexorable,
pasa muy rápido o lento.
En el reloj, es cual es,
no así en interior nuestro
que se deja influenciar
según cual sean los momentos.
Mas todos los calendarios,
más relojes, marcan tiempos.
El tiempo es lo que es,
no lo que sintamos dentro.
Inquietud y nerviosismo
mirando al reloj con miedo,
mas sin dejar de mirar
pero aún mirando, no viendo.
No podemos eludir
dolorosos sentimientos,
ni largas horas de espera,
amargas, con sufrimiento.
El reloj nos marca tiempo,
mas el tiempo... No es el tiempo
la causa de mis desdichas,
puede ser tregua a tormentos,
o puede ser casi alivio,
si de algo está dependiendo.
No llegan aclaraciones
por los puentes del misterio,
tal vez algo se desvela,
cuando pasan los momentos
de dudas e incertidumbres,
con un fuerte olor a infierno.
Una hora es una hora,
sesenta instantes al vuelo,
pero a veces un minuto,
basta para cumplir sueños.
Ese instante es prodigioso
nos trae aroma de cielo.
El sol llega cada día,
sea verano o sea invierno,
pero no a la misma hora,
se hace rogar en invierno.
El tiempo siempre es el mismo,
pero cambian los aspectos
con que adornamos la vida,
desde el día que nacemos.
Ahí esta la diferencia,
si pasa rápido o lento.