Cuando de dormida sueño,
vuelvo a la infancia lejana.
¡Qué misteriosa es la mente,
aún en sueños me agasaja!
Legan sonidos y olores,
llegan bellas remenbranzas,
por los puentes misteriosos,
se acercan hasta mi cama.
Realidades, fantasías,
composiciones muy raras.
Mas siempre hay algún recuerdo,
donde el inconsciente basa,
los castillos en el aire,
donde habitan los fantasmas
que acuden en negras noches,
cuando nuestro ser los llama.
Nunca jamás, si hay recuerdos,
se borran los de la infancia.
Para tristeza o placer,
se grabaron en el alma,
no los arrastra el olvido,
puesto que el amor los graba..
Cuando sueño de despierta,
sueño y recuerdos se enlazan.
Regreso con mis recuerdos,
flores bellas perfumadas,
cual las rosas, con espinas,
pero siempre deseadas.
Son las huellas de mi vida,
vivencias que dejan marcas.
Las sigo con alegría
aunque sienta la nostalgia,
de hermosas horas vividas
que me evocan añoranzas.
La memoria es selectiva,
me acerca lo que deseaba.
Vuelvo a los profundos valles,
verdes laderas, montañas,
pétreos y plateados picos
con perpetuas nieves blancas.
Aguas puras, cristalinas,
impolutas y muy claras,
nacen en pequeñas fuentes,
emergen de las entrañas,
de estas tierras lebaniegas
donde al discurrir, bien cantan.
Acarician a las piedras,
bailan milenarias danzas,
saltando arroyos y ríos,
reflejando cuando pasan
la incomparable belleza,
donde su curso se encuadra.
Han brincado entre las rocas,
formado bellas cascadas,
regado tierras resecas
siendo siempre deseadas.
Son poesía en movimiento,
poema la tierra que bañan.
Sus pequeños bellos pueblos,
tesoros de estas montañas
que los brindan su regazo,
donde sus gentes descansan,
guardan valiosos vestigios,
de otras épocas pasadas.
Mil historias y leyendas,
mil veces mil ya contadas,
por los abuelos y padres
a los niños que escuchaban
con interés y respeto,
por eso llegan al alma.
De las torres medievales,
se oyen historias y hazañas.
Bellas iglesias y ermitas
de una fe firme nos hablan.
Algún palacio y casonas,
hidalgos, poetas, armas.
Nobleza de ilustres gentes,
nos lo recuerda la heráldica.
Lo religioso y profano,
muchas veces se mezclaba,
entre sombras escondido,
enigmas que nadie aclara.
Otras veces es fecunda
esta fe, cultura santa.
En los rincones selectos,
que en cada pueblo ensalzan,
se lee nuestra propia historia,
con leyendas bien contadas.
No se olvida lo ancestral,
familia a familia pasa,
y al calor del dulce hogar ,
a sus descendientes narran.
Quiero soñar con sosiego,
lo que mil veces soñara:
poder sentir en silencio
lo que me pide mi alma..
Sueño dulce y despertar
al primer rayo del alba,
habiendo cantado el gallo,
a las seis de la mañana.
Los pajaritos canores,
ofrecen suaves tonadas,
cada cual su sinfonía,
melodías refinadas.
El arroyo más cercano,
fluye sin prisa y sin pausa,
dejando sutil sonido,
notas tenues y lejanas.
Si me acerco hasta su orilla,
viendo como corre el agua,
vuela la imaginación,
a donde ella deseaba.
Recuerdos, reminiscencias,
pasado que dejó marcas.
Sueños y anhelos que evaden
mientras contemplo las ramas
de un árbol exuberante
que su sombra me regala.
No hay reproches, todo fluye,
pues con la corriente marcha.,
Es gran parte de mi tiempo,
los sueños o remembranzas.
Llega un lejano tañer,
desde lejos la campana
a oración silente invita,
quien ora, a Dios alaba.
Los abuelos muy devotos,
siempre el Angelus rezaban,
aún trabajando en el campo,
para orar, siempre paraban.
Seguían sembrando sus tierras
con semillas y esperanza.
Muchas, darán cien por uno,
ya está la siembra premiada.
Algunas semillas, pudren,
así la cosecha falla.
Me da pena al comprobar
que apenas germinó nada.
Por pedregosos caminos,
recorro rutas ya andadas,
buscando unas bellas flores,
silvestres, no cultivadas.
Su sencillez y fragancia,
con su belleza se iguala.
¡Qué colores y que formas!...
¿Por quién fueron coloreadas?...
Gotas de rocío el las flores
con el sol de la mañana,
tienen encanto y poesía
pues reflejan irisadas.
Me llegan ecos lejanos,
de horas no menos lejanas.
La familia, gran tesoro,
en pedestal colocada,
aunque me muerda el olvido,
no reniego de mi casta.
Dormir al calor de hogar,
si Dios quiere, hasta mañana.
Antes del amanecer,
escucho al gallo que canta,
despertador siempre alerta,
quien madruga se levanta.
Los animales despiertan,
los corderillos ya balan,
caballo y yegua relinchan,
cabritillos, corren, saltan.
Todos piden alimentos,
cerca las vacas ya pastan.
Escucho el fuerte ladrido,
del fiel perro que las guarda,
de todo ser bueno, amigo,
ante lo dudoso, ladra.
La noche extiende su manto,
el sol ya su luz apaga.
Las sombras cubren los valles,
también las cimas más altas.
Las rutilantes estrellas,
nos seducen y entusiasman.
La luna nos da el reflejo
de luz que el sol le regala.
Blancura nívea en tus cumbres,
en los valles, flor lozana.
Personas trabajadoras,
por lo general, simpáticas.
Rica Historia, buen presente,
en el futuro, confianza.
Tradiciones y respeto,
por nuestra historia pasada.
Amor a Cristo y su Cruz,
amor sublime a Quien Ama.
Amor a su Santa Madre
que a su Hijo nos regala.
Amor a quien con amor,
nos precedió y dio fama,
con honorable labor,
reconocida o callada.
Amor a quien hace el bien,
amor al que bien trabaja.
Amor, amor, se oye el eco
de épocas ya pasadas.
Gentes que saben amar,
nunca serán olvidadas.
Por eso llevo a mi Liébana
con fuego y amor, grabada,
muy dentro, en todo mi ser
donde no sea borrada.
Sueño y me duermo tranquila
bajo la noche estrellada,
Sólo me despierta el sol
cuando llega la alborada.
Las vivencias de la infancia,
siempre serán recordadas,
y yo cuido de las mías,
con admiración muy sana,
con cariño y con pasión,
como a todo lo que se ama.
¿Qué más se puede pedir?...
Tengo lo que deseaba,
lo que sueño en mis sueños
porque me lo pide el alma.