¡Cómo añoro los caminos,
cuánto extraño los senderos
por los que yo correteaba,
en otros lejanos tiempos!
¡Qué pena, ya se han borrado!
¡Qué tristeza, nada hay de ellos!
Los que había allí , siendo niña,
tan empedrados y bellos,
ahora dicen que son malos
que son pendientes y estrechos,
que las piedras que abundaban,
son problemas, son tropiezos.
Nadie quiere sacrificios,
ni caminar con esfuerzo.
¿A dónde nos llevarán
estos caminos tan rectos,
cómodos y agradables,
para recrearnos en ellos?...
Un camino, es un camino,
no es la meta de los sueños.
Es la ruta que elegimos
para llegar que es el premio.
Los que recorrí en mi infancia,
ahora parecen desiertos.
Recuerdo que eran pendientes,
pero a la vez eran buenos,
pues siempre se comenzaban,
con entusiasmo y empeño.
Sabíamos que cada paso,
alejaba del primero.
Hasta conseguir llegar,
disfrutábamos contentos
y nunca escatimábamos
para conseguirlo, esfuerzos.
Sólo quien lucha y se afana,
merece llegar...¡el premio!