¡Que maravilla los ríos!...
Bajan corriendo, saltando
desde lejana montaña,
donde nacen en el alto.
Siguen su curso hacia el mar,
curso más o menos largo,
por montañas, por llanuras,
recibe y va dejando
limpias aguas cristalinas,
rico tesoro, un regalo.
Me extasío en sus orillas,
me quedo fija mirando,
cuan rápido pasa el agua,
pasa corriendo y cantando,
suave nana o triste requiem,
según como esté mi ánimo.
Sigue su curso incansable
aunque se golpée en los cantos
del lecho duro del río,
golpe a golpe modelados.
Su murmullo es delicia,
para quien está a su lado
escuchando melodías
que él mismo se va inventando.
Musa de amor y poesía
de poetas enamorados
que a la orillita del río,
sus poemas van rimando.
Todo llega y todo pasa,
como el río del que hablo.
Ahora medito en silencio,
la lección que me está dando.
Seré fiel a mi camino,
no sé si hacia arriba o abajo,
valorando la belleza,
de este río a ambos lados
y si recibo algún golpe,
intentaré aceptarlo,
e iré limando asperezas,
como los cantos rodados.
Todo tiene su por qué,
el río me lo ha explicado.
Ahora sigo mi camino,
como él su curso, cantando,
o silente en reposo,
cuando se acerca a un remanso.
Sólo se llega a la meta,
sin pararse, caminando
a pesar de los obstáculos
que se nos van presentando.
La meta del río, es el mar
que le ofrece fuerte abrazo
y se unen para siempre,
para ser su agua salado.
Nuestro destino... Medita,
procura no olvidarlo.
Todo llega y todo pasa,
sea en breves horas o en años.
No es el final esta meta,
después otra está esperando.
Por la orillita del río,
no corras, ve paso a paso
y escucha las melodías
del agua contra los cantos
y aprenderás que en la vida,
las bellezas son regalos.