Desciende ya de la cumbre dorada,
por la ladera buscando llanura,
fluye rápido, cantando, bailando
danzas milenarias, desde la cuna
despeñándose en el lecho de rocas,
¿Canta o llora, ante esta tortura?
Sus golpes van modelando las piedras,
ahora ya suaves cantos, tras la lucha.
¿Cuál de los dos, sale mal pagado?
La piedra pierde aristas, su figura,
jamás volverá a ser la piedra que era,
la misma, más no igual, ya nunca, nunca.
No volverás, limpia y transparente agua
al comenzar, casi virginal, pura,
a ser lo que allí eras, al nacer clara,
en bello manantial, allá en la altura.
Desciendes presurosa y veloz
a reposar, si el cauce lo procura,
dejando las pendientes y cascadas,
las músicas variadas y la espuma.
Discurres entre campos y arboledas
caminas tranquilo, ya sin premura,
espejo de los pueblos que visitas,
de algún insigne poeta, serás musa.
Mas sigues tu camino con el sueño
que soñaste al nacer, mas no te abruma,
fluyes despacio, regalando vida,
reflejando al pasar, tanta hermosura.
Tus aguas se unirán con otras aguas,
en proceloso mar que las acuna.
Espectacular, bello recorrido
del sigiloso manantial de altura
atravesando bosques y poblados
para unirte a otras aguas y ser una.
Tenías muy clara la soñada meta,
por eso en los comienzos te apresuras,
pero nunca en tu largo recorrido,
negaste tus auxilios, nunca, nunca.