Cuando se acaba el invierno,
comienza la primavera.
Los pájaros con sus trinos,
anuncian que pronto llega.
Ya son más largos los días,
el sol con ardor calienta
al campo que adormecido,
el mes de marzo, despierta.
Recobra alegría la campiña,
en los bosques y praderas,
brotan las flores tempranas,
regalando su belleza.
Los pajaritos se arrullan,
se exhiben y coquetean,
están construyendo nidos,
hogar para la pareja,
esperando a los polluelos
que allí alimentan y enseñan.
Ellos cuidan de sus hijos,
hasta que por junio vuelan.
Mientras tanto a nuestros campos,
la sabia naturaleza,
va adornando con millones
de florecitas pequeñas,
exquisitas, primorosas,
como la humilde violeta,
las prímulas y margaritas,
o narcisos, todas bellas.
Otras, en lo alto de un árbol,
seducen a las abejas
que su néctar van libando,
de todas ellas la esencia,
para fabricar la miel,
también polen, jalea y cera.
A la vez polen de flores,
transportan con sus antenas,
La flor que es polinizada,
de rico fruto es promesa.
Con los fríos del invierno,
esta hermosura se gesta,
para nacer a la vida,
al llegar la primavera,
Reina el orden, la armonía,
se cumplen normas y reglas.
Cada flor en su momento,
nadie las planta ni siembra.
El plumaje de las aves,
de nuevo se colorea,
se seducen entre cantos,
la exhibición ya comienza.
Es el ritual del cortejo,
así buscan su pareja.
Siempre igual, siempre distinto,
cada especie a su manera.
No existe en ellos desorden,
siguen una ley perfecta.
Todo cumple la misión
que tiene en la naturaleza,
sólo el humano que es libre,
contra el orden se rebela.
Mal uso de libertad,
si no cumplimos las reglas.
Somos libres,elegimos,
hemos de hacerlo en conciencia
que para eso la tenemos...
¡Qué ilumine nuestra senda!
Ahora y aquí disfrutemos
del campo y de sus bellezas,
espléndidas estos meses
de la hermosa primavera.