Vivía prisionero, sin prisión,
encadenado en vida, sin cadenas,
barrotes invisibles le retienen,
maromas escondidas le sujetan
a un vivir, sin vivir, condicionado
a pasar todos sus días entre rejas
imperceptibles para nuestros ojos,
cruel cilicio a quien carga esa condena.
Libre sin libertad, no es paradoja,
en verdad es cautivo, sufre y pena,
una pena que arrastra sin alivio,
sin sosiego y sin calma se lamenta,
atormentado por feroz tormento
incomprensible que nadie comprenda,
el secreto martirio que padece,
sufriendo su alma oculta entre las nieblas,
prisiones invisibles, existentes
en el fondo de su negra conciencia,
sigilosos suplicios escondidos,
tras un rostro de increíble belleza
que oculta las heridas interiores,
causadas por batallas y sin guerras.
Sus odios, sus pasiones, su egoísmo,
mataron al amor que ya no engendra
generosos y bellos sentimientos
que nacen en las almas que se entregan
a vivir ese amor que las transforma
que inunda de luz, alegría y fuerza.
Libres sin libertad, fatal engaño,
arrastra a los humanos que no piensan,
seducidos por música armoniosa,
entonada por cantos de sirenas.
Ahora sin voluntad, sin amor, sin sueños,
su vida no es vivir, sólo vegeta,
por eso se oculta entre las sombras,
fantasmas de su propia existencia,
necesitando un amor que le anime,
a romper las maromas y cadenas
y una voz que le llegue muy adentro...
¡Vive de nuevo, ama, comienza, sueña!
Renació ya el amor, luz de la vida,
se acabó para ti, la cruel condena.
Rompe las maromas, quema las prisiones,
el amor da vida en libertad serena,
dominando las fieras interiores
soltando amarras, cortando rejas
para que libre, sin condicionantes,
resurjas entre sombras, sin cadenas.
Buscando esos nuevos horizontes
que soñaste y anhelas, ¡vuela, vuela!