Aunque espléndida la
tarde,
ahora ya está cayendo,
pero no mueren con ella,
estos tan tristes recuerdos.
Cuando la noche se acerca,
su negra capa extendiendo,
al cruel miedo de la noche
se une el que estoy padeciendo,
incertidumbres y dudas,
que me hacen sufrir por dentro,
con un dolor tan profundo
que me roba hasta el aliento.
No me consuela el
crepúsculo
con ese arrebol tan bello,
ni me hace olvidar la noche
con sus aires de misterio,
ni los sepulta el olvido
en lejano cementerio.
Golpean mi mente con fuerza,
añoranzas y recuerdos,
evocando sin control,
vivencias que creía lejos.
Para lo bueno y lo
malo,
la memoria es fiel remedio
que nos va trayendo flores,
aunque sea en frío invierno.
Estas flores misteriosas
que florecen acá dentro,
sin mimos y sin caricias,
es el tesoro más nuestro,
lo íntimo e intrasferible,
lo intangible, lo secreto.
Nadie puede adivinar
mis vivencias y recuerdos,
los guarda nuestra memoria,
el espíritu es misterio.