Canto a una hermosa flor
que en todo tiempo florece
y que sus dones ofrece,
esa flor es el amor.
Fuerza dulce, misteriosa
que empuja muy suavemente,
pero constante y vehemente,
es fuerza maravillosa.
Si este amor es de verdad,
no sucedáneo amorío,
es un tierno señorío
que se ejerce con bondad.
Busca el bien para el amado,
llora penas y amarguras,
disfruta con las dulzuras
y en todo ha participado.
Ilusión indefinida,
sólo se demuestra obrando,
se ama alegres y llorando
con generosa acogida.
No se logra describir,
sólo se puede mostrar
y si se intenta explicar,
no se puede conseguir.
Quien lo vive o lo ha vivido,
para él es fuente de vida,
vigoriza sin medida,
nunca se da por vencido.
El sufrimiento mayor
es si el amor es negado.
Responde amando al amado,
con sacrificio aún mayor.
Es que el amor es tan fuerte
que perdura en la agonía
dando a la pena alegría,
hasta que llega la muerte.
Siempre es sincero el amor,
si es amor acrisolado,
por tanto purificado,
no con fuego, con dolor.
No es amor si no se ama
sin descanso noche y día,
con entrega en sintonía,
por eso, quien ama, inflama..
Aunque es volcán encendido
y motivado enloquece,
da energía, fortalece,
su fuego no ha destruido.
El amor, como las flores,
se debe cuidar día a día
con cariño, cercanía,
mimo y detalles mejores.
Si el amor es puro y fuerte,
generoso, limpio y bello.
vale la pena por ello,
vivir así hasta la muerte.
Al dejar un día este suelo,
no morirá nuestro amor,
porque el alma ante el SEÑOR,
seguirá amando en el cielo.