¡Qué largas se hacen las noches
sin dormir, siempre despierta
en pie junto a la ventana,
contemplando las estrellas.
Las estrellas son hermosas,
mas si la noche es tan negra,
aunque sean rutilantes,
no nos calma su belleza.
Sus guiños si nos cautivan,
entusiasman y embelesan.
Siguiendo sus centelleos,
nuestra alma se serena.
Sin sueño reparador,
sufre la naturaleza.
Necesitamos descanso,
de los pies a la cabeza
y en las facultades todas,
pues se renuevan las fuerzas.
Durmiendo tranquilo en paz,
todo en nosotros, sosiega.
Al despertar de un buen sueño,
dulcemente se despierta
y con grandes esperanzas
y con ilusiones nuevas.
La aurora con sus colores
que llega el día nos recuerda.
Todo es luz, todo armonía,
todo alegría y belleza.
Breve pasa el rosicler,
breve cualquier cosa buena.
Por eso en estos momentos,
cuando el nuevo día empieza,
al despertar bien, contentos,
tanta hermosura se aprecia
y en esta bendita paz,
de lo bueno damos cuenta.
Ahora es cuando valoramos,
realidades no quimeras:
Las estrellas que se ocultan
y el sol que radiante llega.
Sea bendita la noche
y el día bendito sea,
agradezcamos lo bueno
que la vida nos ofrezca,
mostrando nuestro entusiasmo,
en estas horas primeras,
sonriendo especialmente,
a quienes se nos acercan.
Si no valoran tu luz,
tampoco al sol y estrellas,
pero siguen su misión,
dejando de luz estelas.
Crepúsculos, ¡Qué hermosura!
su belleza es un poema.
El matutino y su luz
llega gritando... ¡Despierta!
El vespertino que es paz,
pide descanso y que duermas.
Los dos rezuman poesía,
los dos regalos nos dejan,
los dos nos traen alegría,
mas la brevedad recuerdan.
Todo llega, todo pasa,
la noche y el día se alternan.
Entre ellos, el crepúsculo,
es culmen de la belleza.