¿Soñamos cuando ansiamos,
vivir lo deseado en sueños?
¿Soñamos buscando huir
de tristeza y sufrimientos?
¿Soñamos cuando anhelamos
la dicha por algo nuevo?
¿Soñamos para evadir,
la realidad del momento?
¿Soñamos acariciando,
nuestros íntimos deseos?
¿Soñamos con fantasías
que acerquen instantes bellos?
¿Soñamos con el amor,
porque no le conocemos,
o porque al conocerle,
vivir sin él, no podemos?
¿Soñamos cuando aspiramos
a coger rosas del cielo?
Porque vivimos, soñamos,
la vida es dura sin sueños.
Son secreta intimidad,
ansiando lo que queremos.
Ellos regalan aromas,
de lo que es nuestro anhelo.
La imaginación intrépida,
a veces emprende vuelo,
sobrevolando montañas,
para llegar lejos, lejos
y mostrar tan real la utopía
que da felices momentos.
La sutil y amada loca,
acompaña y da consuelo,
cuando en nuestras horas bajas,
quiere cumplir los deseos.
Nos anima a abrir las alas,
para poder alzar vuelo,
hasta el mágico lugar,
donde sólo se va en sueños.
No hay límite, no hay frontera,
nadie corta íntimo empeño.
Sin miedo nos alejamos,
de las penas de este suelo,
volando sobre las nubes,
acunados por los vientos
que nos mecen y acarician,
dándonos placer intenso.
No remediamos los males,
pero al desear lo bueno,
estamos abriendo el surco
para sembrar los anhelos.
No hubiéramos hecho siembra,
sin empuje de los sueños.
Gracias a la imaginación,
esos sueños florecieron
y son los que nos regalan,
aroma a flores de cielo.