Veo potros salvajes, desbocados,
galopando sin freno en la pradera.
Bucólica imagen la que ofrecen,
exhibiendo su bravura y su belleza.
Broncos animales que allí, a su modo,
desarrollan agilidad y fuerza,
mostrándolo en sus marchas veloces,
corriendo tras el paso de una yegua.
Es la ley natural la que ellos siguen,
indómitos en presencia de la hembra.
¿Conquistan, se imponen y dominan?...
Mudo secreto, la naturaleza.
¿Obedecen su instinto de ser padres,
cuando pide ser madre alguna yegua?
Todos quieren tener esa ocasión,
para perpetuar su descendencia.
Mas en estas especies animales,
rige el orden y armonía perfecta.
Protegen todo el tiempo la manada,
sólo cuando hay celo se aparean.
Así cada año, tiene su momento,
tal vez en la florida primavera,
en que cada especie dentro de su orden,
este rito a su estilo ellos celebran.
La vida sigue, siguen los instintos
y la polinización en flores bellas.
Hermoso enigma el de la Creación...
¿Por qué brotan las flores en praderas?
¿Por qué los pajaritos hacen nidos,
cada cual, siempre igual a su manera?
¿Por qué cada especie es diferente,
y todos respetan las diferencias?
¿Por qué siempre sus leyes obedecen,
sin abusar de la naturaleza?
Sólo el hombre, racional y en libertad,
viola las normas que el Creador le diera.
Es así, racionales sin razones,
nos falta el amor y hay mucha soberbia.
Miramos demasiado a nuestro ombligo,
usamos poco, corazón, cabeza.
Esos potros sin rienda se desbocan,
gran peligro en su veloz carrera.
El humano sin freno, cual caballo,
primero o más tarde, se despeña,
arrastrando al inocente en la caída
víctima de egoísmos y cegueras.
No corramos como potros sin brida,
vayamos paso a paso en marcha lenta,
disfrutando las flores que la vida
hace que a nuestro lado florezcan.
Hagamos algún alto en el camino,
echemos a volar, sueños y penas,
miremos hacia arriba agradeciendo,
que existe el amor, la flor más bella
y no hay nadie por salvaje que sea
que el perfume de esta flor, no agradezca.