La muerte es un enigma


   Me siento apenada y triste,
la noche es fría y muy negra.
Alzo la mirada al cielo,
densas nubes no me dejan
que disfrute al contemplar
miles, millones de estrellas.

   Será que ahora, en noviembre,
el mal tiempo agrava penas.
Los días son cortos, grises,
esto aumenta las tristezas.
Mi espíritu no cabalga
tan veloz como quisiera
y noto que me he  quedado
a caballo y sin riendas.

   Por los puentes del misterio
que de lado a lado acercan,
intentaré galopar...
Mi alma soñando vuela...

   Compruebo que esto  es un sueño, 
va más rápido quien sueña,
tal vez consiga llegar
a esa cita tan secreta
en la antesala del cielo, 
del Buen Dios, en la presencia.
La muerte no es el final,
ahora  el Señor se nos muestra.

   Aquí me tienes Señor, 
ya mi alma está dispuesta. 
Confío en tu bondad
como el evangelio enseña,
pues así tú lo quisiste
y  el mismo Jesús lo enseña.

    El puente se ha derrumbado...
Ya no hay vuelta hacia la Tierra.

   Mi sueño se acaba aquí, 
el misterio no desvela.
Dejará de ser misterio, 
cuando cada uno muera.

  Noviembre, oscuro y frío, 
las hojas danzando  vuelan,
su caduca vida acaba, 
ahora se pudren o secan.

   De lo breve de esta vida,
hasta esas hojas dan prueba.,
Es por eso que  en otoño,
que hemos de morir, enseñan
los que nos han precedido
y en la gloria nos esperan.
Por eso este mes, el dos,
que hemos de morir, recuerda.

   Lo  demás....¡Es un enigma!....
Cada uno a su gusto crea.
La fe a mi me da esperanza,
Dios nos llama a vida Eterna.