Cada estación, lo suyo

   Nevaba en la noche,
nevaba en el día, 
nevaba y los campos,
blancos se ponían.
Es crudo el invierno,
nada nos alivia,
el tiempo muy gélido,
sin sol ni alegrías.
Nívea la blancura
que el campo ofrecía,
todo, todo blanco...
¡Qué monotonía!
No veo pajaritos,
ya ninguno pía,
se ocultan en nidos
donde se cobijan.
¡Qué largas las horas
a mi se me hacían!
Tanta  nieve junta,
eso no se olvida,
porque me ha dejado
un poco aburrida.
Haciendo  muñecos,
mis manos se enfrían
y lo mismo ocurre
con las pelotitas.

   Al verme tan triste,
mi tierna abuelita,
intenta enseñarme
y  claro me  explica:
La nieve será agua,
cuando se derrita.
Es muy necesaria,
por eso es bendita.
Sin ella no hay plantas,
flores ni semillas.
Me cuesta entenderlo
porque soy muy niña,
pero las abuelas,
siempre tranquilizan.
Pasará el invierno,
con su cara fría
y tras él vendrá
la estación florida,
linda primavera,
primavera linda
que cubre de flores,
toda la campiña.
Llegará el calor,
frutas maduritas,
pues de aquellas flores, 
brotaron semillas
saludables buenas,
sabrosas y ricas.

   Así pasa el tiempo,
ciclos de la vida,
todo organizado,
su misión cumplida.
Tan sólo el humano,
algo se descuida
y lo importante
a veces olvida.