Metáforas y realidades


   Capullo que se abre a un mundo
de tormentas que avasallan.
Tú, impoluto y alegre, 
nos das belleza lozana.
Los capullos y los niños,
en esto mucho se igualan.

   El mundo los estropea 
con atmósfera viciada , 
con riegos de aguas sucias
podridas y envenenadas.
¡Qué difícil es la vida 
en circunstancias tan malas!
Aire y agua contaminan, 
las consecuencias, nefastas.

   Los niños y los capullos,
necesitan paz y calma, 
no un mundo sucio y podrido...
Atmósfera limpia y clara.
El amor trabaja y limpia, 
jardín y cuna prepara. 
Luego con fe a Dios pedimos
que nos salve, pues nos ama. 

   Así pensaba una abuela, 
por todo ello, preocupada, 
más como un don de su fe,
volvió a ella la esperanza. 
Y le brillaron los ojos
alegrando su mirada,
de nuevo ha sonreído,
dulce, tierna, ilusionada.
Volvió la mirada al cielo 
y refleja luz su cara. 

   Pletórica de alegría, 
nos compartió estas palabras:
Pimpollo de mi rosal,
incipiente flor temprana,
eres mi dulce alegría, 
fruto de amor y esperanza,
prolongación de mi vida,  
regocijo de mi alma.
A ti te creó el Señor, 
dentro de fértil entraña 
junto al  amor de tus padres,
Dios te creó, pues te ama.
Nunca lo olvides mi niña, 
linda rosa, flor temprana.