que nos agobian las penas,
los dolores, las nostalgias,
nos producen gran tristeza.
No nos dejemos hundir,
ya llegarán cosas buenas.
la alborada siempre es bella.
Volviendo mirada al cielo,
nuestra alma se serena,
se va inundando de luz
y dulce alegría, consuela.
Son los instantes precisos,
cuando cada uno sueña.
de tener lo que se anhela
y si seguimos soñando,
hacia lo alto se vuela.
Vuelo raudo e incansable,
deseando alcanzar estrellas,
pero al irnos acercando
su brillo casi nos ciega.
Es una hermosa utopía,
deseada, aunque quimera.
otra vez llegan las penas
y seguiremos soñando
buscando evadirnos de ellas.
encontraremos la meta,
esa meta enigmática
que nuestra alma desea.
Si no podemos volar,
caminaremos por sendas
tal vez un poco escabrosas,
pero Dios nos dará fuerza
y a pesar de los pedruscos,
llegaremos a la meta.
Esa meta deseada,
que siempre la fe nos muestra
renaciendo la alegría
en ruta de gran belleza.
Nadie puede describirla,
la vislumbran quienes sueñan
y creen en el misterio...
Sólo Dios es la respuesta.