Perfecta armonía

   Cae la tarde, muere el día,
en el ambiente hay poesía.

   El astro rey ya se aleja,
de este lugar se retira.
Suave luz crepuscular,
de rosa todo teñía. 
Las llanuras, las montañas,
ya están siendo oscurecidas,
negra capa va envolviendo,
lo que el sol ya no ilumina.
La noche llega silente,
naturaleza dormida.
El elocuente silencio
a reflexionar invita.

   Todo es paz, todo sosiego,
en esta noche tranquila,
preñada de mil aromas
que por el aire venían
suavemente, sigilosos,
y nuestro cuerpo respira
las esencias de las flores, 
a estas horas, exquisitas.

   Las estrellas y luceros
que en el firmamento brillan,
y la seductora luna,
nos hacen fiel compañía.
Aún así, la noche es negra,
con fantasmas que horrorizan.
Negra noche, negros sueños,
hasta que despierte el día
y la aurora nos devuelva,
la luz que se necesita. 

   Constantemente así ocurre,
en el mundo y en la vida.
Día y noche se suceden,
en perfecta sintonía,
con sus luces y sus sombras,
con sus penas y alegrías,
con fantasmales temores,
con ilusiones bonitas,
con sueños y remembranzas,
con realidad y utopía.
Cada cosa en su momento
nos ofrece sus delicias,
o instantes negros, oscuros,
esperando amanecida.
  
   Cae la tarde, el crepúsculo,
es hermosa maravilla,
mas preludio de la noche,
que aminora nuestra dicha.
Luz y sombras nos envuelven,
en silencio, en armonía,
luz y sombra, sombra y luz,
metáfora de la vida.

   Cae la noche, llega el día,
con luz, encanto y  poesía.