No importa el viento

   El gélido septentrión,
sopla fuerte en mi ventana.
Afuera  todo es blancura,
está la estepa nevada. 
Todo es nada,sólo nieve
y la nieve, dura,  helada. 

   Monotonía, aburrimiento,
son momentos de añoranzas. 
La prodigiosa memoria,
-de prodigios hace gala-
nos acerca servicial,
bellezas que ella archivara
cuando en instantes precisos,
a prueba de fuego, graba,
maravillosos paisajes,
con brisa que acariciaba. 

   Son esencias  de la vida,
lo que traen las remembranzas.
Horas de vientos muy fríos,
horas de brisa y soleadas.
Horas de penas, tristezas,
horas de alegría y bonanza.
Horas son de nuestra vida,
tenemos que valorarlas. 

   Aunque ruja el septentrión,
en las estepas nevadas, 
si dentro hay amor de hogar,
el amor es cual las brasas
que calientan y no queman,
reparten calor las ascuas. 
¡Qué buen ambiente hay entonces,
en el interior de casa!
Buen amor es calidez
que da alegría a nuestras almas. 

   En cualquier lugar del mundo,
el amor nos hace falta. 
Es darte con entusiasmo,
sin pedir que te den nada. 
¡Cómo cambiaría todo,
si fuera amor quien reinara!
¡Cuántos dolores y penas,
con amor se mitigaran!
El amor hace prodigios
que sólo el amor alcanza.
Regalemos un poquito,
a ver como se propaga.

   Si no hay amor, pon amor,
si alguien se anima y ama,
ya seremos uno más,
con alegría y esperanza. 
Esperanza que quien ama,
su auténtico amor, contagia.
Si el amor fuera pandemia, 
sería la única que salva.
Se propagaría veloz,
en atmósfera adecuada.  
¡Qué hermoso sería vivir,
si fuera amor quien reinara!